avatar-totoro-agencia-comunicacio-mitjans-marketing
21793
post-template-default,single,single-post,postid-21793,single-format-standard,stockholm-core-1.1,select-child-theme-ver-1.1,select-theme-ver-5.1.8,ajax_fade,page_not_loaded,side_area_over_content,wpb-js-composer js-comp-ver-7.0,vc_responsive

La tragedia de Germanwings y cómo hacer buen periodismo

Desde el primer momento que conocí -hace una semana- la noticia del accidente aéreo de Germanwings, me inquietó mucho la pregunta de cómo hacer buen periodismo ante una tragedia como aquella. Información versus realidad. Una realidad basada en un lamentable episodio de auténtica locura humana.

Estos días, he recuperado con cierta melancolía los recuerdos de los largos ratos en la Universidad, adentrándome en el apasionante mundo de las teorías de la comunicación, de la espiral del silencio, de qué contenidos pide la audiencia y qué ofrecen los medios y de los grandes Adorno y Horkheimer, entre muchos otros. Entonces yo estudiaba con ilusión teorías de autores sobre qué servicio hacía y hace el periodismo y qué periodismo teníamos que querer para nuestra sociedad.

Es muy complicado atender esta pregunta, ya lo creía entonces y lo sigo pensando ahora, y el accidente aéreo es una prueba de ello. El día del accidente la tensión y la preocupación por los hechos fueron máximas; lo que había pasado era muy “fuerte”, todo el mundo hablaba del tema, todo estaba como paralizado y todos los medios dedicaban recursos y espacio y más espacio para explicar de forma permanente, minuto a minuto, qué había pasado, sin que hubiera pasado nada más en todo un día … El día de los hechos, lo que se sabía  a ciencia cierta, es decir, la única información confirmada y contrastada era prácticamente que se había producido un accidente con un Airbus 320 de la compañía Germanwings de Lufthansa en los Alpes , en su trayecto Barcelona-Düsseldorf, y que habían muerto las 150 personas que iban a bordo. Nada más. Ni siquiera se conocían los nombres de los pasajeros, ni sus nacionalidades, aunque se hablaba de cerca de medio centenar de españoles.

¿Qué debe hacer un buen periodista en un caso así? La sociedad esta conmocionada, pero si no se conocen más datos, tiene sentido hablar de ello todo el tiempo? Lo que hicieron la mayoría de medios fue enviar corresponsales en la zona de la catástrofe, para que informaran a los lectores y a la audiencia desde el lugar de los hechos; los medios también entrevistaron a todo tipo de expertos en aviación, pilotos, ingenieros, mecánicos, etc., para que dieran su opinión sobre lo que había podido pasar, mientras se iban conociendo detalles personales con cuentagotas de los pasajeros muertos.

Estos días muchos periodistas han tratado esta cuestión de los límites, de hasta dónde es posible llegar para informar, de cuándo se informa y cuándo se desinforma, de qué es periodismo y qué amarillismo, y me parecen interesantes muchas perspectivas (recomiendo el programa CAT sobreNou impacte en la tragèdia als Alps: Dol i tractament informatiu“) y puntos de vista, pero sigo teniendo dudas, especialmente, con respecto al primer día de la cobertura informativa, el día que no se sabía prácticamente nada. ¿Tenía sentido monopolizar todos los espacios informativos con este tema si no se conocían nuevos datos? ¿Era conveniente encontrar expertos de diferentes áreas para preguntarles sobre todos los supuestos habidos y por haber del caso? Y, como espectadora, también me pregunto: ¿Qué quería saber ese día, cuando me conectaba a la red o miraba la televisión? Muy interesante (para mí) la reflexión que hace en este sentido Patricia Gabancho en la tertulia del programa 8al dia del día 25/03;

cuando Eulalia Vintró critica el tratamiento informativo que se está dando a la noticia -especialmente, por encima información-, de alguna manera, Gabancho atribuye el exceso de cobertura a la condición humana de sorpresa y conmoción debido del accidente, porque las personas muertas eran muy próximas e iban en un avión, y ante un hecho como este todo el mundo tiene necesidad de compartirlo y hablarlo.

Ya hace días que no sigo muy de cerca el tema del accidente, porque me impresiona demasiado. Por unos momentos, me imagino la escena y me estremezco, y me sabe muy mal, y prefiero no hurgar la herida. Pero sigo dándole vueltas a la cuestión sobre qué es noticia y qué no, y qué es buen periodismo y qué no. Leo esta tarde en el diario ARA que un pasajero grabó con su móvil los últimos minutos de la tragedia y que la grabación está en manos de ‘Paris Match’ y ‘Bild’ y que se siente la gente gritar, el piloto picar la puerta … Se debería hacer público este vídeo? Sería de buen periodismo? Diría que no, lo tengo clarísimo, pero -y en otro nivel de impacto- también hubiera dicho que no interesaba conocer la casa donde vivía Lubitz ni qué opinaban de él sus vecinos y sus amigos, y lo hemos visto varias veces y en todas las televisiones.